Sé lo qué vendrá

Mi nombre es Fernando Solarte, tengo 72 años; a lo largo de mi vida he construido una familia maravillosa, una gran empresa que será la herencia para mis hijos y nietos y creo que he cumplido casi todos mis sueños. A pesar de esto últimamente las enfermedades de la vejez y la soledad me han hecho pensar que por más que lo intente nunca voy a ser feliz.
Cuando era niño, fue muy poco lo que pude aprender del mundo. Siempre Asistía las mejores escuelas y estuve rodeado de muchos adultos que cuidaban de mí, crecí como en una especie de cajita de cristal de la que por más que quisiera no podía salir. Por esta razón recibí muchos golpes de la vida cuando me toco enfrentar ese mundo del que les hablaba, donde lo que sobra es mentira y traición. 

No recuerdo muy bien, pero creo que fue a los 18 años cuando decidí desprenderme de mis padres, pues cada día me sentía más sumergido en esa sociedad vacía a la que no quería pertenecer. Salí a las calles y necesité la ayuda de muchas personas para conseguir un buen trabajo que me permitiera pagar mis estudios y un sitio pequeño donde vivir; pasé mi juventud muy ocupado estudiando y trabajando; pero aun así conocí a una hermosa mujer que fue mi esposa durante casi cuarenta años y me dio un maravilloso regalo: mis hijos. 

Mi familia se convirtió en la razón por la que día a día me levantaba a trabajar y aunque todo marchaba bien en el trabajo y en mi hogar percibía que algo faltaba: a pesar de estar rodeado de personas la mayoría del tiempo me sentía muy solo. El tiempo transcurrió rápidamente, en mi trabajo me fueron ascendiendo hasta que llegue a ser accionista de la empresa y posteriormente socio mayoritario, todo iba aparentemente bien pero mi soledad se incrementaba cada vez más. 

Cuando tenía 64 años mi esposa murió víctima de una enfermedad que aun me cuesta mencionar. Debo reconocer que sin ella estoy peor de lo que estaba antes. Actualmente vivo solo, mis hijos y nietos me visitan constantemente y es ahora, después de mucho tiempo, cuando entendí qué fue lo que pasó con mi vida; simplemente me convertí en mis padres, me volví una persona fría, un ser al que le interesa tener un nombre reconocido, una buena posición económica y una familia de la que todo el mundo pueda hablar bien. 

Me alejé de mis padres, de ese mundo de traición y mentiras, para no convertirme en ellos, pero terminé siendo quizás peor porque al menos ellos eran felices de esa manera. Ahora es cuando me doy cuenta de todo lo que hice, creo que tal vez todo este tiempo me sentía solo porque en el fondo sabía que busque estar rodeado nuevamente de todo lo que un día me alejé. 

Hoy viejo, cansado y enfermo descubrí que ya no me queda tiempo, que tuve mucho y que lo desperdicié; reconozco mi soledad, sé lo qué vendrá y estoy consciente de que eso que se acerca es una corta espera para que esta soledad se termine, me alegra un poco saber que moriré, me alegra decir que lo sé y que estoy ansioso durante la espera. 

Maik Russa

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