Ana
Hace 5 años conocí a
Ana, 25 años, la vida por delante, en pleno, un buen trabajo, rodeada de su
familia, siempre con alguien cerca queriendo ser su amigo. Así veían a Ana, un
futuro prometedor. Su jornada diaria era tan extenuante como positiva, a pesar
de las vicisitudes cotidianas ella siempre sabia sortear los problemas, al
final, lo laboral y familiar siempre tenían un saldo positivo.
Ana se sabía
inquieta, distinta a los demás, siempre buscando lo que vendría, tal
vez dejando de disfrutar lo que estaba ahí por lo que estaba por llegar. Conocía que era única, qué destacaría, que su destino era distinto a lo que en ese
momento vivía.
La percepción de los
demás era distinta a la propia, nunca estaba completa, ni satisfecha,
no tenía rumbo, no entendía lo que ocurría, siempre estaba sola, no se
acercaba a nadie porque pensaba que no la entenderían, que no verían lo que hay
en ella. A pesar de eso, siempre fue una luchadora, alguna vez dije que nunca se
rendiría.
Como dije, eso fue
hace 5 años. Hoy vi a Ana, vacía, aburrida, inerte. Su mirada no es más que una
pared, no puedes ver lo que hay dentro, tal vez por qué no hay nada adentro. Sencillamente
Ana se cansó de luchar y no conseguir nada a cambio.
Ana no quiere morir, en
ningún momento lo ha pensado, pero no tiene ningún interés por la vida y así
pasa sus días.
Maik Russa
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