De color
¡Ven a ver esto! me gritaba
incansable, ¡tienes que respirar hondo! repetía, ¿ya viste dónde estamos?,
¿abriste los ojos? preguntaba con voz inquieta. El cansancio y las 12 horas de
camino le dejaron de importar, si es que en algún momento lo hicieron, me
impresionaba ver como no dejaba de sonreír, de ser feliz. Me impresionaba aun más
que yo estaba ahí para presenciarlo.
Llegando a Mérida sintió el aire puro que tanto anhelaba, al fin estaba junto a la naturaleza. Carmen era tan bella como el páramo que la rodeaba, y tan feliz como inmensa era la vista. No paraba de sonreír, esa expresión que solo se observa en alguien cuando por primera vez en su vida siente, prueba o conoce algo. Era la primera vez que estaba en ese lugar y era su primera oportunidad de cargarse de esa energía, su sueño de años se vio cumplido esa tarde en la que pudo pisar una montaña de los andes venezolanos.
No siempre fuimos así, antes no
éramos tan felices, supongo que cada quien tiene su historia y desde su rincón
la cuenta. Desde mi rincón todo era gris, estoy casi seguro que desde el de
ella era aun más oscuro pero un día cualquiera nos encontramos, nos
conseguimos, surgió la amistad y casi tan fácil como llegó esta, vino el amor y
con el toda la alegría. Todo se llenó de color.
Y como mientras les estoy
contando esto, estoy viendo el motivo de mi felicidad, hablaré poco de lo malo,
eso sí, les diré que lo malo siempre va a estar ahí, siempre se van a sentir
solos, siempre van a llorar, siempre les va a doler… el amor o algo; lo que
sea, siempre se presentará; pero, el reto está en vivir con todo lo bueno, lo
malo, lo feo… y hacerlo solos, si, ¡solos! sentirse bien por ustedes mismos.
Les parecerá ilógico que hablando
de amor les diga que se sientan bien solos pero es que Carmen y yo entendimos
que si no nos queríamos a nosotros y queríamos vivir por y para nosotros mismos
no íbamos a poder construir un nosotros de verdad. Perdón por ser tan breve,
pero al pie de esta montaña y con este atardecer, hoy le propondré a la mujer
que amo que nos queramos a nosotros mismos juntos por el resto de nuestra vida.
Maik Russa
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