Recuerdos

Nací en Caracas, el primero de enero de 1983, tengo 18 años y he vivido todo este tiempo en esta ciudad, al lado de mi familia. Quizás es que no quiero buscar en mi memoria, pero de mi infancia tengo muy pocos recuerdos.

La mayoría de las personas conservan en su memoria un cumpleaños, un viaje o un amigo; en mi caso es poco lo que puedo recordar ya que desde pequeño he sido muy solitario.

Buscando un poco en mi memoria, a mi mente llega de forma borrosa mi época de estudiante en el colegio y cuando jugaba con algún niño; y también cuando comencé en el liceo, en ese tiempo mi lema era: “Los amigos no existen”, me mantenía siempre callado y no sé por qué razón no me gustaba hablar con nadie; supongo que le tengo miedo al cambio y pasar del colegio al liceo resultó abrumador.

Tal vez algunos piensen que mi infancia fue un poco triste, pero yo no lo creo así. Fue una infancia tranquila y solitaria, pero no triste. El problema es que la gente piensa que la soledad y la tristeza son sinónimos; yo pienso que están equivocados y que se puede aprender mucho de la soledad.

Mi tiempo en el liceo continuó y en el noveno año me tocó aprender una lección: aprendí que por mucho que trates, no disfrutaras nada si no tienes a nadie con quien compartirlo, y a pesar de que seguía disfrutando el estar solo, fui adquiriendo algunas amistades que hoy en día aprecio mucho y conservo.

Uno de los recuerdos que más valoro es el de mi graduación del liceo, fue un día casi perfecto, me encontraba con mis amigos y familiares y había concluido exitosamente una etapa muy importante de mi vida; pero también lo recuerdo porque estaba muy nervioso ya que terminaba el liceo y debía comenzar la universidad.

Debo admitir que mi miedo al cambio no se ha retirado por completo y que cuando comencé la universidad regresó, nunca voy a olvidar que durante el primer semestre estuve la primera semana de clases sin hablar con nadie y que me costó mucho encontrar un grupo de compañeros con el que me sintiera a gusto.

Actualmente estoy bastante bien, cuento con un trabajo que me permite practicar desde ya lo que estoy estudiando, tengo buenos amigos en la universidad y los que aún conservo del liceo; Si de algo tendría que quejarme es del tiempo y del cambio. El tiempo pasará y todo cambiará nuevamente y me costará adaptarme. El cambio hará que regrese el miedo.

Maik Russa. Junio 2002

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