El Sepulturero Andante

Corría el año 1800 en Asterías cuando iniciaron la construcción de la iglesia principal… sería la más grande de toda Inglaterra. Philippe trabajaría en la construcción y con este trabajo cumpliría su más grande sueño, pero jamás imaginó que su sueño daría inicio a la pesadilla de todo un pueblo.

Durante la remoción de tierras para la construcción, Philippe descubrió un gran secreto, un cofre que contenía un certificado de nacimiento, un documento que aseguraba que el alcalde había tenido un hijo bastardo con la prostituta del pueblo, una mujer llamada Irene; Philippe sintió desvanecerse y perder el aliento al ver que el nombre de ese hijo era el suyo.

Encolerizado se dirigió al ayuntamiento a reclamarle al alcalde, su padre, quien en un arranque de furia lo mató, degollándolo con su hojilla de afeitar. Esta misma hojilla fue el instrumento que utilizo para cortar – con mucho trabajo – cada parte del cuerpo de Philippe para luego colocarlas en una carretilla y así des hacerse de la prueba de su crimen.

El alcalde no titubeó, debía ocultar lo que acababa de suceder, corrió con la carretilla atravesando el poblado hasta llegar a la construcción de la iglesia y esconder bajo la plateada luz de la luna su macabro acto. El secreto nunca se supo y el crimen pasó desapercibido; pronto todos se olvidaron de Philippe y dejaron de preguntarse dónde estaba.

A pesar de que nadie señalo nunca al alcalde, los recuerdos lo torturaban, tanto que enloqueció y paralizó la construcción de la iglesia, dedicó hasta su último día a llenar la carretilla que un día uso para encubrir el asesinato de su hijo con los escombros de la construcción para llevarlos de un lugar a otro sin sentido alguno.

Pasados los años y una vez que el alcalde murió, continuaron escuchándose los mismos ruidos que él hacia arrastrando la carretilla de un lado a otro. Nunca más se realizó una construcción en ese terreno, solo una vez intentaron y cuando estaba casi lista un misterioso terremoto acabo con ella.

Hoy día aun se escucha el incesante ruido de la carretilla de un lado a otro y cada día al amanecer se ven los escombros en posiciones diferentes dentro del terreno. El reducido poblado ahora es conocido como Asterías, el pueblo al que la paz abandono.

Katherine Scaramazza / Maik Russa

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