Pescador de sueños

Alberto pescaba, siempre pescaba… unos días con sus amigos, algunos días con su padre, pero casi siempre con su hermano. Un día como cualquier otro, en uno de sus largos viajes con su hermano, este le comentó su decisión de viajar a estudiar al extranjero, por lo que el viaje que hacian sería su último paseo en mucho tiempo.

Muchos pensamientos cruzaron la mente de Alberto, desde proponerle que se quedara ahí en su pueblo hasta irse a vivir al extranjero con él, pero sabía que era una decisión tomada y que su hermano estaba determinado a hacerlo; así mismo sabia que a él lo ataban muchas cosas a ese pueblo, a ese lago, a esa vida, Alberto sabia que el debía quedarse y que en ese viaje no podría acompañar a su hermano.

Por todos esos pensamientos que no dejaban de rondarle la mente, Alberto se mantuvo pensativo y en silencio por más de 20 minutos; cuando el momento en que sentía que podía hablar finalmente llegó, miró fijamente a su hermano, colocó la mano derecha sobre su hombro y preguntó: “¿hay un lago dónde vas a ir?”, a lo que su hermano respondió: “si, hay un lago… uno muy hermoso”. “Entonces no hay problema” indicó Alberto con una gran paz en sus ojos.

Es así como todos los domingos al amanecer los dos hermanos que viven separados por la tierra son unidos por dos lagos. Sin palabras, sin abrazos, sin ni siquiera verse cada uno pesca un sueño desde lugares distintos. Los une la certeza de saber que se encontraran nuevamente.

Maik Russa

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